¿Alguna vez han considerado seriamente visitar el Castillo (y casi embajada) del Segundo Imperio Mexicano que todavía permanece en Europa? Hoy preparen maleta y envuélvanse en la bandera que nos vamos de Wikitour a ese grandioso momento en la historia de México que todavía continúa.
Ni la estatua de Moctezuma en Madrid, ni la Virgen de Guadalupe en Notre Dame ni el penacho en Viena podrían emocionar tanto a un mexicano en Europa como visitar el Castillo de Miramar en Trieste, Italia. Al llegar, la puerta te recibe con un enorme farol decorado con el águila imperial (la misma del escudo pero con mejor gusto). Recorrer su interior es trasladarte en cuestión de segundos al Castillo de Chapultepec o Castillo de Miravalle, como lo quizo llamar su dueño, Maximiliano I de México antes de que los republicanos sepultaran todo lo que quedó del imperio, hasta los nombres.
Decir que era una sucursal o embajada del Imperio Mexicano en Europa no es un decir, el castillo de Miramar mantiene una colección similar de las pinturas existentes en Chapultepec y algunas que en México no tenemos, como un cuadro de la Emperatriz Carlota descansando en el paso de Cortés y un mural de Maximiliano junto al pueblo mexicano. La experiencia es mucho más enriquecedora para los mexicanos que ya conocen Chapultepec pues de inmediato descubres que el tapiz rojo, algunos muebles y los pasillos son copia total de los que hay en México, también podríamos imaginar el hermoso carruaje partiendo desde la puerta a su paso por los jardines, algo que muchos italianos jamás han visto. Una capilla católica y una cruz hecha con madera del Novara en honor a Maximiliano complementan la experiencia.
En teoría Miramar debería ser el hermano mayor de Chapultepec pero en la práctica no lo es, pues fue construido para el puesto de Virrey y Chapultepec ya fue pensado como un proyecto más ambicioso, de hecho, los primeros planos de Chapultepec como lo conocemos nacieron ahí. El arquitecto Carl Káiser fue uno de los encargados de dar molde al Castillo y al Palaco Nacional (querían aplicar diseños más austriacos), incluso el arquitecto alemán Julius Hofmann trabajó en Chapultepec y posteriormente en el famoso Castillo Neuschweinstein en Alemania, así de grandes eran los proyectos.
Ya me desvié un poco del tema pero esta información no estaba incluida en el Tour, por eso se las comparto. Llegar a Trieste no es complicado y les recomiendo que maten dos pájaros de un solo tiro. El aeropuerto más cercano es el de Venecia (no tengo que decir a dónde podrían ir), desde Venecia salen trenes a Trieste un pueblo que parece más Austria que Italia, de ahí pueden tomar un autobús que te deja a orilla de carretera y a unos metros de Miramar. Tomen tiempo en una «réplica» de un cuarto del Novara (la fragata en la que viajó Maximiliano a México) para imaginar esos nervios de ir a gobernar un lugar que no conoces, también está la mesa donde Max firmó los tratados de Miramar y con ellos la aceptación de trono de México y su renuncia a la sucesión del trono del Imperio Austrohúngaro, cerca está un castello (también parecido al que está antes de subir a Chapultepec, ahí encerraron a Carlota cuando regresó loca y antes de que se a llevarán a Bélgica.
Para mejorar esta visita les recomiendo llevar imágenes del interior del Castillo de Chapultepec para comparar. Como dato curioso les diré que muchas adaptaciones mexicanas del Castillo nunca las vio Maximiliano, pues desde México continuó enviando dinero para remodelar Miramar, algunos dicen que se preparaba por si llegaba a abdicar (no había razón de arreglar un castillo al que estaba condenado a nunca regresar de tener éxito en México) pero estas remodelaciones sólo fueron en función de enaltecer su nueva patria y ahora forma parte de «lo poco» que quedó de un importante capítulo de la historia de México y que muchos mexicanos deberíamos conocer.